Bienvenidas las opiniones fundadas y los debates constructivos.

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domingo, 22 de abril de 2012

Una situación de una gravedad sin precedentes.


    Por primera vez, el nivel de riquezas ha llegado a tales niveles que la desigualdad Norte-Sur ha llegado a ser insostenible. El mil millón de “gentes” de los países ricos gana 150 veces más per. capita, en media, que los  mil millones más pobres. Entre los extremos “individuales”, el más adinerado puede tener mil o incluso un millón de veces más que el más desheredado.
    Por primera vez, y para nuestra locura, los militares disponen de stocks de armas atómicas susceptibles de destruir, en cualquier instante, lo esencial de nuestras civilizaciones. ¿Podemos pararles a tiempo?
    Por primera vez, estamos en trance de demoler sistemáticamente –ante la indiferencia general- los climas del planeta.
Por primera vez, en fin, una crisis se extiende a escala mundial, y los países ricos, muy preocupados por sus privilegios, rehúsan hacer lo necesario para acabar con el paro masivo y la miseria que ello entraña.
    Preservar en esta serie de errores sería correr riesgos de los cuales no se puede medir aún la gravedad. Hace falta resueltamente buscar la salida a la  “cortapisa” del liberalismo económico, el gran responsable. Así que hay que volver a dar la prioridad a lo social, al desarrollo humano, a base de una justicia social a escala mundial: tarea aplastante y de largo aliento… Hace falta en fin intentar organizar un desarrollo verdaderamente duradero, y poner en el primer plano todas las medidas capaces de reducir las agresiones contra la ecología.
    Esto nos lleva a repensar en profundidad toda la “política”, a volver a dar la prioridad a los derechos del hombre;  a los derechos civiles  y políticos, a las libertades, pero también a los derechos sociales, económicos y culturales, es decir, al derecho al trabajo, el derecho a un techo, a la salud, a la educación, a una vida decente, no solamente en Occidente, donde estos derechos comienzan a estar burlados, sino en todas partes del mundo. Problemas que nuestra democracia occidental, a pesar de tener ciertas cualidades, no se ha revelado apta para resolver plenamente, se diga lo que se diga, ni aquí ni en otras partes.

René Dumont, La pobreza y el desempleo. El liberalismo o la democracia  
Seuil, París, 1994, pp. 107-108.         


Este fragmento citado de la obra de René Dumont publicada en el año 1994, se adapta de forma absolutamente clara y concisa la realidad en la que el mundo globalizado se encuentra hoy sumergido, denunciando la incapacidad del sistema capitalista de enfrentar su peor consecuencia directa, la desigualdad social en todos sus aspectos; así como también sus efectos catastróficos en materia medioambiental.
La idea de “repensar en profundidad toda la política”, parece ser el camino más sensato a la vista para llevar a cabo el cambio necesario en la mentalidad de las sociedades más favorecidas con el sistema actual, se hace urgente despertar en ellas el sentimiento de pertenencia, de conjunto. Lograr entender la idea de humanidad, en fin; de “aldea global” en su sentido más puro.