Bienvenidas las opiniones fundadas y los debates constructivos.

Bienvenidas las opiniones fundadas y los debates constructivos.

martes, 1 de abril de 2014

Horizonte lejano.

Un nuevo capítulo en este ya largo y penoso conflicto palestino-israelí se ha desatado en las últimas horas, tras el anuncio por parte del Presidente palestino Mahmud Abbas del inicio de los procesos correspondientes para la adhesión de Palestina a 15 organismos y convenciones  de Naciones Unidas, algo que está habilitado para hacer desde que fue reconocido como Estado Observador en Noviembre de 2012.  Esta decisión adoptada por las autoridades palestinas surge como respuesta a la negativa de Israel de liberar a 26 presos  palestinos  (capturados durante enfrentamientos previos a los Acuerdos de Oslo  de 1993), los cual habían acordado llevar a cabo la última semana de Marzo.
A dicho escenario debe agregársele el hecho de que Israel continúa con sus planes de creación de asentamientos en zonas más allá de la línea verde, por ende determinados como territorios en disputa.  Increíblemente –por lo menos para mí- las principales voces encargadas de llevar a cabo la intermediación entre las partes, lejos de mostrar firmeza frente a las claras violaciones por parte del gobierno israelí, intentan o mejor dicho atentan contra el derecho pleno de Palestina de exigir que se cumpla lo pactado en el marco de negociaciones que se han venido desarrollando en los últimos años.  Potencias como Estados Unidos y Reino Unido  Han salido al cruce de las intenciones palestinas mencionadas anteriormente, argumentando que de nada ayudarán al proceso de paz, pidiendo al gobierno del Presidente Abbas que posponga sus intenciones hasta alcanzar un acuerdo.

Un israelí = cuatrocientos palestinos

En paralelo a estas cuestiones se suma la intención del primer ministro  Benjamín Netanyahu de aprovechar el contexto tal y como está planteado para exigir la liberalización de Jonathan Pollard un espía israelí capturado en la década del 80 en Estado Unidos y condenado a cadena perpetua por  robar documentos americanos. Este reclamo se ha convertido en una lucha política por parte del primer mandatario israelí quien busca afianzar su mandato frente al pueblo judío ya cansado en parte por la dilatación en el tiempo del conflicto entre ambas naciones.
La promesa de Netanyahu es la detención del proceso de construcción de asentamientos en las zonas de conflicto así como la liberalización de 400 presos palestinos a cambio del regreso de Pollard a tierras israelíes, pedido frente al cual Estados Unidos ya se ha pronunciado en contra en ocasiones anteriores, e incluso el actual presidente B. Obama ha declarado que este individuo había cometido un delito grave y necesitaba “cumplir su tiempo”.

El escenario actual.

Plantado el escenario de este modo, encontramos entonces por una parte a una Palestina que se ve obligada a jugar cartas vitales para lograr mantener su causa “viva” en el tablero internacional, quedando a medida que transcurre el tiempo, con menos margen de negociación. Porque si bien entre los organismos y estatutos que pretende incorporar se encuentran algunos de gran trascendencia como la IV Convención de Ginebra sobre protección de civiles en tiempos de Guerra y sobre los derechos de la mujer y el niño entre otras, las que posibilitan a presentar las denuncias correspondientes frente a la Corte Penal Internacional; esto no es garante de nada, puesto que ni Estado Unidos (si bien en los últimos años ha flexibilizado en parte su postura frente al accionar de la Corte) ni Israel ratificaron el Tratado de Roma de 1998 en el cual se daba origen a dicha Corte.http://www.amnesty.org/es/campaigns/usa-and-international-criminal-court
Por otra parte tenemos a un gobierno israelí que no duda en seguir adelante con su política de asentamientos como herramienta fundamental para anexionar  en la práctica cada vez más territorios. La creación de asentamientos es de hecho una herramienta muy efectiva de acuerdo a los intereses israelíes puesto que una vez establecidos, con toda la infraestructura y principalmente toda la masa de civiles allí implantada,  resulta casi imposible por lo menos a corto y mediano plazo la vuelta atrás de los mismos.

Esto en conjunto con el lobby que de manera brillante mantienen los altos cargos israelíes en los distintos círculos de influencia política, en suma con el claro juego de intereses que grandes actores como los ya mencionados tienen depositados en esta zona del mundo; parece dejar en claro que detrás del discurso  pro acuerdo se esconde la simple y llana intención de dilatar un problema  que dista mucho ya de poseer solo un tinte religioso y que ha tomado carácter (fundamentalmente en las últimas dos décadas )político y económico , el cual desborda desde hace tiempo ya, la capacidad de los principales organismos internacionales para resolverlo.