Bienvenidas las opiniones fundadas y los debates constructivos.

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lunes, 29 de septiembre de 2014

El compromiso está en la calle.


Menos de un mes nos separa de las elecciones nacionales, menos de un mes para que los uruguayos una vez más manifiesten libre y democráticamente su voluntad soberana. Es a estas alturas donde creo necesario realizar un análisis –una fotografía como suele decirse - breve pero no por eso menos conciso acerca de la madurez necesaria que como votantes y poseedores de tan históricamente batallado derecho debemos tener.

La demanda de resultados, la vorágine del éxito.
Actualmente la opinión generalizada tiende a concebir como válida una máxima que en realidad no posee sustento alguno más que el propio acervo colectivo. Esta es la idea de que la rapidez de un proceso es condición sine qua non para el éxito del mismo. Por alguna razón, la cual particularmente creo que responde a la permeabilidad del pensamiento social frente al continuo bombardeo ideológico del sistema imperante, el cual necesariamente por su naturaleza debe esforzarse para abrirse caminos de manera constante; hemos en cierto grado, naturalizado esta idea.
 Ahora bien, analicémosla desde su opuesto. Lo que se infiere es que todo proceso que demande cierto lapso de tiempo, cierta complejidad en su diseño y estructuración, es negativo y poco productivo. Todo proyecto que solicite de nuestra parte un esfuerzo prolongado desde todos los aspectos, tanto temporal como intelectual, e incluso espiritual, es sinónimo de frustración e incertidumbre.

El juego en el plano político.
Lo que sucede con esto es que hoy en día, más precisamente en tiempos de campaña, podemos observar claramente que ha sido (o por lo menos pretende ser) adquirido como argumento base para desmerecer el proceso de cambio actual en el accionar político de nuestro país.
Hay según se puede percibir, un intento continuo por evitar que la mayor cantidad posible de personas  conciba a la política y lo que ella intenta construir, como un proceso continuo, el cual trasciende indefectiblemente los tiempos individuales y de gobierno. Esto se pretende lograr mediante un discurso –por cierto bien armado- que actúa en todos los campos de influencia, operando en base a un aparato propagandístico de dimensiones por demás considerables, que responde directamente a una capacidad económica sin precedentes en la vida político-partidaria nacional.
Cabe preguntarnos, ¿a que motivo responde este accionar? Responde sin lugar a dudas a la clara e indudable necesidad que los partidos tradicionales enfrentan hoy de lograr fraccionar y por ende desmovilizar el proceso de cambio llamado Frente Amplio, que surgió desde sus propias entrañas hace ya más de cuarenta años y que hoy en día, después de dos periodos de gobierno ha logrado demostrar que se puede pensar EN CLAVE DE FUTURO.
Es por esta sencilla razón que a quienes hoy son oposición, les urge instaurar la falta de memoria histórica y en consecuencia la incapacidad de visualizar a la construcción del bienestar colectivo como un proceso de acumulación. Porque saben que un modelo de país exitoso indefectiblemente debe transitar el camino de la igualdad de oportunidades, del acceso universal a los bienes y servicios, y eso contradice las bases mismas de su concepción de sociedad, librada a la suerte de un mercado que si algo ha demostrado es que dista de ser inclusivo.

Nuestra tarea.
Nos toca a nosotros, los que impulsamos estos cambios, salir a dar la pelea contra la política del pesimismo, la desmemoria y el mal augurio. Tenemos la RESPONSABILIDAD hoy más que nunca de respaldar todo lo realizado en estos diez años de gobierno frenteamplista, porque defender lo hecho es también, defender lo que está por venir. Esa es nuestra pelea, lograr promover en la gente una conciencia cuestionadora de la realidad, que sienta la necesidad de analizar y reflexionar sobre qué y quienes son los actores que influyen en su día a día pero por sobre todo ello, lograr que se piense a sí mismo como parte de un todo, de un colectivo, y en efecto de un proyecto común.
Para llevar adelante dicha tarea, contamos con herramientas que son sin duda trascendentes y que por sí solas son capaces de contrarrestar cualquier argumento que intente desacreditar el proyecto nacional frenteamplista. Son los logros que hemos alcanzado en estos diez años, ellos son la prueba fiel e irrefutable de que los gobiernos del Frente han sido capaces de interpretar las necesidades de la sociedad uruguaya. No existe argumento más sólido que lo tangible, que lo que podemos percibir en la cotidianeidad de nuestros días y es por eso que debemos marcar y defender con firmeza la obra de nuestros gobiernos.
Sin duda esta cuestión es solo una parte de la compleja realidad que supone hacer política y en consecuencia (de un largo proceso) ser gobierno, pero no por ello debemos subestimar su importancia. Si no somos capaces de lograr esa proyección temporal, de recordarle a la gente que este modelo de país que estamos defendiendo hoy, es el mismo que la gran mayoría de ellos apoyó hace diez años; que lo que se vota hoy, es la legitimación de lo que se votó ayer, entonces habremos perdido el sustento propio de  nuestra empresa y correremos el riesgo de ver estancadas nuestras expectativas de un futuro nacional próspero.

Es en este sentido que nosotros, los utópicos  que aprendimos a soñar con los pies en la tierra, los que nos atrevimos desde hace ya una década a “gestionar una ideología”, debemos seguir como hasta ahora, saliendo a cada rincón del país a defender lo hecho y refrescar si es necesario, la conciencia de aquellos que por diversos motivos no han hecho reparo de todo lo alcanzado hasta hoy.
Innegable es el papel que las Juventudes frenteamplistas deben jugar en este proceso electivo. Las mismas tienen la doble responsabilidad de sumar esfuerzos en lo que a la campaña se refiere, pero también deben en el mismo proceso, ser quienes puedan captar las expectativas y demandas de aquellos jóvenes que no han logrado identificarse con un modelo de país y mucho menos sentirse incluidos en dicho proyecto.
El desafío no es menor, pero conociendo a muchos de los jóvenes que hoy integran este colectivo, no tengo duda alguna de que la victoria está al alcance de nuestras manos.


ARRIBA COMPAÑEROS!!