Bienvenidas las opiniones fundadas y los debates constructivos.

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lunes, 21 de septiembre de 2015

Punto para Tsipras.

       
Por tercera vez en nueve meses la fuerza política de izquierda Syriza vuelve a sortear con creces una instancia electoral. Desde su triunfo en enero, pasando por el apoyo recibido en el referéndum de julio, el éxito conseguido hoy en las urnas resulta más que significante teniendo en cuenta el desenlace de las negociaciones pasadas con la directiva europea y el FMI.

Breve contextualización en cuanto a cifras.
En términos cuantitativos el número de escaños logrados 145 (35% del electorado) frente a los 149 logrados en enero, debe entenderse como un resultado consistente y exitoso si tenemos en cuenta todo lo acontecido durante el período. El desgaste de una durísima negociación con los acreedores que como resultado decantó en un tercer rescate financiero, con condiciones por demás contrarias a la postura del gobierno griego (aumento de privatizaciones, suba de impuestos, recortes en salarios). Ello suponía desde toda lógica que gran parte de la población se sintiese “defraudada”, o entendiese el resultado de ese proceso como un claro fracaso de Tsipras y su fuerza.  Cierto es que sectores del sistema político griego (Nueva Democracia, Unión Popular) intentaron efectivizar esa visión en los electores, pero con los resultados a la vista podemos afirmar que dicha estrategia electoral no tuvo el éxito deseado.

Por otro lado el rival directo de Syriza, Nueva Democracia, comandada por Vangelis Meimarakis demostró incapacidad para poder captar ese porcentaje de electores indecisos que fueron quienes terminaron definiendo el resultado, como es lógico en un escenario con márgenes tan pequeños. Incluso en términos de diputados sufrió una baja con respecto a las elecciones pasadas, obteniendo 75 escaños.
Aurora Dorada (partido neonazi) consolida un tercer puesto con 18 escaños, bastante lejos de los principales partidos pero aún así, por encima de los tradicionales PASOK y KKE, con 17 y 15 escaños respectivamente. Respecto al PASOK debemos apreciar una leve mejoría en cuanto a su desempeño, 6,27 %  mientras que en enero había logrado tan solo el 5%. En números totales la participación apenas superó la mitad de habilitados 53,4%, lo que muestra un descenso respecto a la votación de enero.

Resta entonces sintetizar el resultado desde la óptica política-estratégica.
Sin duda la figura de Alexis Tsipras resulta la gran vencedora al contar nuevamente con el respaldo de la sociedad griega. Triunfar ahora, significaba validar todo el proceso transcurrido durante estos 9 meses de gobierno. Claramente su estrategia de llamar a elecciones anticipadas fue la correcta (aunque arriesgada en verdad), puesto que el resultado vuelve a posicionarlo firmemente como representante de los intereses griegos de cara al exterior, pero también hacia la interna del sistema político griego.

Tanto Syriza como Nueva Democracia expresan su intención de acatar el plan de rescate acordado con Bruselas, por lo tanto la cuestión no pasaba por elegir austeridad si o austeridad no; la cuestión era entre izquierda y derecha. Comprometidos ya con un tercer acuerdo, el pueblo griego debía elegir quién debía llevar adelante el proceso y quizás la demostración de franqueza y autocrítica de Tsipras (admitiendo su fracaso durante el proceso) primó sobre la imagen tradicional de derecha conservadora de Meiamarakis, imposibilitado éste último de quitarse la connotación negativa que ello implica dentro de un electorado hastiado de corrupción y clientelismo.

Podríamos afirmar tal vez que Syriza es hoy la opción “más viable” dentro del espectro político griego, en el entendido de que la ruta a seguir ya está trazada por un acuerdo imposible de modificar a corto plazo, y que por ende lo único librado a la elección de la sociedad  era la potestad de determinar el grado de compromiso social  con el que se implemente dicho acuerdo.


Unión Popular, el partido surgido luego de la escisión de Syriza post-acuerdo, no logró siquiera entrar dentro del parlamento. Ello demuestra que la radicalidad del discurso no generó adeptos frente a lo inevitable del rescate. Es un resultado lógico acorde con lo manifestado en el referéndum anterior, el cual dejó en claro la convicción europeísta de la sociedad griega.

En cuanto a acuerdos Syriza vuelve a pactar con ANEL (Griegos Independientes) como lo hizo en las primeras elecciones, alcanzando así las mayorías parlamentarias 155 escaños. Era un acuerdo previsible, aunque también se había manejado la hipótesis de pactos con PASOK, en el caso de que los resultados hubiesen sido menos favorables.
ANEL es claramente una fuerza de derecha conservadora, fundada y dirigida desde 2012 por Panos Kamenos antiguo diputado de Nueva Democracia. Por lo tanto la alianza entre ambos partidos responde claramente a una cuestión pragmática, Syriza necesita gobernabilidad y ANEL con sus 10 diputados se asegura puestos estratégicos dentro del gobierno. Recordemos que el mismo Kamenos fue durante estos meses Ministro de defensa con lo que ello implica en Grecia, país con altísimo presupuesto en materia de defensa.

Aun así debemos seguir con detalle esta alianza puesto que las condiciones actuales son distintas respecto a las de enero. Sus posturas en materia económica caminan bastante alienadas, pero por otra parte frente a cuestiones como la crisis humanitaria de los exiliados las diferencias son diametrales, puesto que Kamenos es partidario de medidas antimigratorias duras.
En conclusión el resultado de estas elecciones legitima lo hecho hasta ahora por Syriza y aunque no se avizoran cambios sustanciales en lo que a medidas impuestas por el plan de rescate refiere, es de esperar que el gobierno griego intente durante el transcurso de las mismas, lograr una moderación en cuanto al impacto directo que los recortes salariales, las privatizaciones (se intentará rever la cuestión de la privatización de los 14 aeropuertos planteada en el plan de rescate) y el aumento de impuestos represente en la gente.

Desde la visión de quienes dirigen las políticas de rescate en Bruselas, el resultado en términos prácticos poco insidia en cuanto al desarrollo futuro del plan acorado puesto que ambas fuerzas, Syriza y N.D. dejaron bien en claro durante la campaña su voluntad de acatar lo acordado.
 Por ello este triunfo es quizás una victoria en el terreno ideológico y debe anotársela la izquierda europea. Lo que se demostró hoy en Grecia es que la gente sigue apostando por una izquierda transformadora más allá aun de los resultados concretos en el campo de la práctica. Volver a los modelos tradicionales no parece ser una opción para los griegos; solo resta esperar si para los demás escenarios europeos que hoy están dando ese debate, la decisión de la gente se incline por el mismo camino.

Mientras tanto Iglesias y la gente de Podemos respiran hoy una bocanada de aire fresco que tanta falta les hacía en una campaña que por momentos parece demasiado larga.