Por tercera vez en nueve meses la fuerza política de izquierda Syriza
vuelve a sortear con creces una instancia electoral. Desde su triunfo en enero,
pasando por el apoyo recibido en el referéndum de julio, el éxito conseguido
hoy en las urnas resulta más que significante teniendo en cuenta el desenlace
de las negociaciones pasadas con la directiva europea y el FMI.
Breve contextualización en cuanto
a cifras.
En términos cuantitativos el
número de escaños logrados 145 (35% del electorado) frente a los 149 logrados
en enero, debe entenderse como un resultado consistente y exitoso si tenemos en
cuenta todo lo acontecido durante el período. El desgaste de una durísima
negociación con los acreedores que como resultado decantó en un tercer rescate
financiero, con condiciones por demás contrarias a la postura del gobierno
griego (aumento de privatizaciones, suba de impuestos, recortes en salarios).
Ello suponía desde toda lógica que gran parte de la población se sintiese
“defraudada”, o entendiese el resultado de ese proceso como un claro fracaso de
Tsipras y su fuerza. Cierto es que
sectores del sistema político griego (Nueva Democracia, Unión Popular)
intentaron efectivizar esa visión en los electores, pero con los resultados a
la vista podemos afirmar que dicha estrategia electoral no tuvo el éxito
deseado.
Por otro lado el rival directo de
Syriza, Nueva Democracia, comandada por Vangelis Meimarakis demostró
incapacidad para poder captar ese porcentaje de electores indecisos que fueron
quienes terminaron definiendo el resultado, como es lógico en un escenario con
márgenes tan pequeños. Incluso en términos de diputados sufrió una baja con
respecto a las elecciones pasadas, obteniendo 75 escaños.
Aurora Dorada (partido neonazi)
consolida un tercer puesto con 18 escaños, bastante lejos de los principales
partidos pero aún así, por encima de los tradicionales PASOK y KKE, con 17 y 15
escaños respectivamente. Respecto al PASOK debemos apreciar una leve mejoría en
cuanto a su desempeño, 6,27 % mientras
que en enero había logrado tan solo el 5%. En números totales la participación
apenas superó la mitad de habilitados 53,4%, lo que muestra un descenso
respecto a la votación de enero.
Resta entonces sintetizar el
resultado desde la óptica política-estratégica.
Sin duda la figura de Alexis
Tsipras resulta la gran vencedora al contar nuevamente con el respaldo de la
sociedad griega. Triunfar ahora, significaba validar todo el proceso
transcurrido durante estos 9 meses de gobierno. Claramente su estrategia de
llamar a elecciones anticipadas fue la correcta (aunque arriesgada en verdad),
puesto que el resultado vuelve a posicionarlo firmemente como representante de
los intereses griegos de cara al exterior, pero también hacia la interna del
sistema político griego.
Tanto Syriza como Nueva
Democracia expresan su intención de acatar el plan de rescate acordado con
Bruselas, por lo tanto la cuestión no pasaba por elegir austeridad si o
austeridad no; la cuestión era entre izquierda y derecha. Comprometidos ya con
un tercer acuerdo, el pueblo griego debía elegir quién debía llevar adelante el
proceso y quizás la demostración de franqueza y autocrítica de Tsipras
(admitiendo su fracaso durante el proceso) primó sobre la imagen tradicional de
derecha conservadora de Meiamarakis, imposibilitado éste último de quitarse la
connotación negativa que ello implica dentro de un electorado hastiado de
corrupción y clientelismo.
Podríamos afirmar tal vez que Syriza
es hoy la opción “más viable” dentro del espectro político griego, en el
entendido de que la ruta a seguir ya está trazada por un acuerdo imposible de
modificar a corto plazo, y que por ende lo único librado a la elección de la
sociedad era la potestad de determinar el
grado de compromiso social con el que se
implemente dicho acuerdo.
Unión Popular, el partido surgido
luego de la escisión de Syriza post-acuerdo, no logró siquiera entrar dentro
del parlamento. Ello demuestra que la radicalidad del discurso no generó
adeptos frente a lo inevitable del rescate. Es un resultado lógico acorde con
lo manifestado en el referéndum anterior, el cual dejó en claro la convicción
europeísta de la sociedad griega.
En cuanto a acuerdos Syriza
vuelve a pactar con ANEL (Griegos Independientes) como lo hizo en las primeras
elecciones, alcanzando así las mayorías parlamentarias 155 escaños. Era un
acuerdo previsible, aunque también se había manejado la hipótesis de pactos con
PASOK, en el caso de que los resultados hubiesen sido menos favorables.
ANEL es claramente una fuerza de
derecha conservadora, fundada y dirigida desde 2012 por Panos Kamenos antiguo
diputado de Nueva Democracia. Por lo tanto la alianza entre ambos partidos
responde claramente a una cuestión pragmática, Syriza necesita gobernabilidad y
ANEL con sus 10 diputados se asegura puestos estratégicos dentro del gobierno.
Recordemos que el mismo Kamenos fue durante estos meses Ministro de defensa con
lo que ello implica en Grecia, país con altísimo presupuesto en materia de
defensa.
Aun así debemos seguir con
detalle esta alianza puesto que las condiciones actuales son distintas respecto
a las de enero. Sus posturas en materia económica caminan bastante alienadas,
pero por otra parte frente a cuestiones como la crisis humanitaria de los
exiliados las diferencias son diametrales, puesto que Kamenos es partidario de
medidas antimigratorias duras.
En conclusión el resultado de
estas elecciones legitima lo hecho hasta ahora por Syriza y aunque no se
avizoran cambios sustanciales en lo que a medidas impuestas por el plan de
rescate refiere, es de esperar que el gobierno griego intente durante el
transcurso de las mismas, lograr una moderación en cuanto al impacto directo
que los recortes salariales, las privatizaciones (se intentará rever la
cuestión de la privatización de los 14 aeropuertos planteada en el plan de
rescate) y el aumento de impuestos represente en la gente.
Desde la visión de quienes
dirigen las políticas de rescate en Bruselas, el resultado en términos
prácticos poco insidia en cuanto al desarrollo futuro del plan acorado puesto
que ambas fuerzas, Syriza y N.D. dejaron bien en claro durante la campaña su
voluntad de acatar lo acordado.
Por ello este triunfo es quizás una victoria
en el terreno ideológico y debe anotársela la izquierda europea. Lo que se
demostró hoy en Grecia es que la gente sigue apostando por una izquierda transformadora
más allá aun de los resultados concretos en el campo de la práctica. Volver a
los modelos tradicionales no parece ser una opción para los griegos; solo resta
esperar si para los demás escenarios europeos que hoy están dando ese debate,
la decisión de la gente se incline por el mismo camino.
Mientras tanto Iglesias y la
gente de Podemos respiran hoy una bocanada de aire fresco que tanta falta les
hacía en una campaña que por momentos parece demasiado larga.
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