Bienvenidas las opiniones fundadas y los debates constructivos.

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martes, 21 de febrero de 2012

Juventud y reivindicación.



Históricamente podríamos señalar numerosos episodios de manifestación estudiantil en rechazo de las políticas impuestas, desde aquel mayo francés de 1968 hasta las recientes movilizaciones por parte del estudiantado (y gran parte de la sociedad) chileno en 2011 pero que desde hace ya varios años reclama una reforma absoluta de un sistema educativo que poco tiene de equitativo a simple vista.

La represión como respuesta del sistema frente al quebrantamiento del establishment tampoco es novedad, naturalmente es deber del Estado mantener el orden y evitar así el tan temido “caos” social, pero es aquí precisamente, en este punto de inflexión donde en mi opinión radica el núcleo de este tipo de acontecimientos y por ende donde se dividen las aguas entre la opinión publica y la voz del gobierno.

La libertad legitima de todo ciudadano de expresar de forma pacifica su disconformidad con un hecho puntual es sin lugar a discusiones uno de los derechos más ilustrativos de la capacidad de convivencia y tolerancia del ser humano. Frente a esto una duda casi instantánea surge, ¿en que condiciones, bajo que argumentos se basa el Estado para diferenciar una manifestación de carácter pacifica y legitima de una que no lo es? No me refiero a las diferencias entre un grupo determinado de manifestantes y una horda de violentos inadaptados sociales, los primeros se unen bajo un mismo reclamo frente a una situación determinada y los segundos simplemente son “oportunistas del caos”. No se necesita un andamiaje del tamaño de un sistema judicial para observar dichas diferencias.

La duda radica dentro del primer grupo, las más variadas manifestaciones; reclamos obreros, estudiantiles etc. ¿cómo logra el poder estatal justificar la represión frente a una movilización que en este caso actual –Valencia- no parece ofrecer ningún tipo de amenaza al orden social? ¿Cortar el paso en una calle lo justifica?, ¿Vale más la circulación libre de los vehículos dentro de la ciudad que el reclamo legítimo y pacifico de un colectivo social? Si esta es la justificación de esta reprimenda en particular creo que el sistema legal español esta pidiendo a gritos una revisión de su contenido.

Por más que intentemos comprender el razonamiento de los dirigentes de turno encargados de aplicar la “Ley”, se vuelve muy difícil aceptar dicha justificación y más aún, desconforma y agita más las aguas.

Creo que lo único que deja al descubierto todo este escenario es la absoluta perplejidad y falta de previsión del sistema político; una inoperancia y falta de conocimiento atroz.

¿Qué esperaban?, ¿qué la gente aceptase de cabeza gacha todo esto?

Hoy ya en el segundo día de reclamos, como era de esperarse y en respuesta a estos hechos, un numero mayor de ciudadanos , estudiantes, padres, hijos, e incluso abuelos se han volcado a las calles ya no para reclamar un mejor nivel educativo si no que también en protesta frente a la inexplicable represión sucedida en la jornada anterior.

Si la intención primaria del sistema era controlar y hasta en cierto modo callar esas voces, el gobierno ha descuidado aspectos básicos del asunto, reprimir es naturalmente un sinónimo de negatividad, pero encima de esto aplicarlo a la juventud es potenciar ese sentimiento infinitas veces, logrando únicamente así volcarse a la gran mayoría de la sociedad en contra. Lo que la juventud representa para la sociedad pesa demasiado en el inconciente colectivo, es algo necio ir en contra de ello.

España esta sufriendo cambios en el seno de su sociedad –un cambio social siempre se sufre-, llámense Indignados, parados, estudiantes o quien sea, son todos parte del mismo cuerpo y están reclamando algo. Es ahora más que nunca cuando el sistema político debe demostrar su capacidad como medio dirigente y coordinador de políticas eficaces.

Es un gran desafío el que enfrenta la clase política en estos días, de su capacidad de interpretar y responder a las demandas depende en gran parte el porvenir del sistema actual. Es un llamado de atención a la misma, no se puede hablar de reestructuras económicas, políticas y sociales sin tener en cuenta la opinión del actor principal, los problemas que enfrenta una sociedad no se resuelven en una oficina, utilizando formulas mágicas y calculadoras, ignorando la voz popular. Ojalá lo entiendan de forma rápida y actúen al nivel de la situación, las herramientas están en sus manos.

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