Bienvenidas las opiniones fundadas y los debates constructivos.

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martes, 12 de mayo de 2015

Syriza y Podemos, las “nuevas alternativas”.

“El político burgués vive completamente sumergido en la democracia política; las formas de aquélla le esconden la sociedad misma. La actitud de los gobiernos, sus diferentes relaciones con los partidos políticos, la posición de los partidos en las Cámaras, los pequeños sucesos de los pasillos y de los círculos parlamentarios, los artículos de fondo de los principales periódicos: he aquí todo su mundo”.  Max Adler (1926)

El estado de situación actual del escenario político europeo se presenta como el resultado de una conjunción de factores de variada índole. Así mismo, la realidad que exponen (o padecen) los distintos partidos socialistas y socialdemócratas dentro de este contexto, responde de manera directa al accionar político de estos en el transcurso de los últimos tiempos.
La lógica mercantilista de un neoliberalismo que logró imponer sus principios individualistas por sobre el interés colectivo de las sociedades, superó en la praxis al discurso que la izquierda (en términos globales) defendió históricamente.
Aquellos que supimos ser la voz que marcaba la otra alternativa frente a las desigualdades sociales que son una consecuencia intrínseca al sistema capitalista, fuimos perdiendo la capacidad de ofrecer respuestas concretas más allá del discurso. Nos inmovilizamos frente al peso avasallante de un sistema que si algo ha demostrado, es su enorme capacidad de readaptación a las nuevas reglas de juego de las últimas décadas.
 Como consecuencia directa de ello, fuimos cediendo espacios dentro del escenario político, los cuales actualmente son disputados por nuevas expresiones que en la lógica de su discurso “radical”, pretenden ser una alternativa frente a aquello que se muestra como estéril y falto de acción.
 

Las “nuevas izquierdas”, crisis y falta de respuestas.

Durante los periodos posteriores a la “refundación” de la socialdemocracia europea, los distintos gobiernos de izquierda se vieron inmersos en la práctica de políticas de carácter progresista en el ámbito social, pero paradójicamente apegadas a la lógica de mercado en lo que a estrategias fiscales y económicas refiere. Ese posicionamiento, en suma con el desgaste y los vicios (corrupción, clientelismo) que una vez alcanzado el poder los diferentes gobiernos socialdemócratas fueron en mayor o menor grado desarrollando, generó como consecuencia, la pérdida de una identidad clara y por ende; la subsiguiente crisis ideológica que como resultado traería el alejamiento del partido con respecto a las bases mismas del electorado.
El desplome del sistema financiero en el año 2008 encontró a la socialdemocracia europea en un estadio de sedentarismo ideológico, absorbidos completamente por la inercia del mercado y las demandas de las grandes estructuras económico-financieras.
La izquierda europea había caído presa del capitalismo y su juego, seducida claro por la idea de poder conjugar en sus bases teóricas, el libre mercado y el bienestar social. Desde entonces, la línea que separaría a derechas de izquierdas, comenzaría a desdibujar sus límites para convertirse en una simple diferenciación en cuanto a las formalidades del accionar político de cada una.
En consecuencia, lógica por cierto, frente a la incapacidad y falta de respuestas (producto directo del proceso mencionado anteriormente) por parte de los partidos de centro izquierda, en suma con el desgaste y la sobrexposición propia del ejercicio de gobierno, sucede el corrimiento natural del electorado hacia los extremos del espectro político.
Así las cosas, el escenario actual de los países afectados – crisis política interna, más fuerte presión externa por parte de gobiernos y agentes económicos - sirve de tierra fértil para el resurgimiento del denominado populismo, el cual dependiendo de las características de cada región, podrá identificarse en algún caso con los movimientos de izquierda más radicales en cuanto a su planteo (Syriza, Podemos), o bien, con los movimientos nacionalistas de corte más extremista, como es caso notorio el resurgimiento del Frente Nacional en Francia.
Esto plantea una situación que paraliza a los socialdemócratas en Europa, por un lado, no pueden adjudicarle con lógica electoral a la derecha la crisis del  capitalismo, ni tampoco pueden presentarse como alternativa al mismo, puesto que ese papel es ahora patrimonio de los partidos situados a la izquierda del espectro político.
Dentro de ese esquema surgen las distintas opciones que intentaran captar (algunas ya con éxito) el descontento y los reclamos de las sociedades golpeadas de lleno por una crisis económica. Es en este contexto que nacen los nombres de Syriza y Podemos como los ejemplos más claros de alternativas políticas para la salida de la crisis que económica en un principio, pasó luego indefectiblemente a afectar tanto a la esfera social como política.


Grecia

Con una tasa de desempleo del 27% (la mitad del mismo son menores de 26 años), una deuda pública que supera el 180% del PBI, un sistema de salud totalmente desarticulado al igual que el de pensiones, entre otros indicadores igualmente desastrosos. Todo esto potenciado por una política de austeridad que después de 5 años de implementada no ha dado señales de efectividad, ha desencadenado un giro político producto de las demandas sociales que decantó en el triunfo de Syriza “coalición de la izquierda radical”, comandado por Alexis Tsipras.
Syriza tiene el mérito de haber sabido canalizar el descontento popular, pero también el PASOK tiene en gran parte la responsabilidad de haber generado ese descreimiento por parte de la sociedad hacia el sistema político griego. La corrupción casi endémica, la falta de transparencia y el clientelismo propio de dicho sistema, lejos estuvieron de disminuir durante los gobiernos del PASOK. Como resultado de ello, la imagen del partido en la actualidad lo sitúa en un plano por demás desfavorable, del cual lo único certero es el largo camino que deberá recorrer para volver a situarse como un actor determinante dentro del escenario político. Hablar de una “refundación” en cuanto a dirigencia y estructuras se refiere, no resulta para nada descabellado teniendo en cuenta el último resultado electoral (4.7%), que lo sitúa incluso por debajo del partido nazi Amanecer Dorado (6.3%).
Ahora bien, en este estado de situación, Syriza debe medir cada movimiento buscando una política de equilibrio entre su accionar exterior y las repercusiones que este pueda llegar a desencadenar dentro de su propio territorio. Es que paradójicamente su programa de gobierno de corte radical que fue el elemento que sustentó su discurso reaccionario, representa ahora un condicionamiento permanente, el cual reduce el margen de negociación dentro del esquema europeo y más precisamente, frente a la denominada Troika ( B.C.E, Comisión Europea, F.M.I).
De igual modo, el flamante gobierno griego ha demostrado que más allá del juego mediático transcurrido durante las primeras semanas de ejercicio, tiene bien claro hacia dónde debe apuntar sus esfuerzos para obtener el mayor rédito posible frente a Bruselas. Grecia sabe bien que posee ciertos elementos a su favor que pueden resultarle de mucha utilidad durante las arduas negociaciones que tiene por delante. Basta con señalar quienes son los principales acreedores de la deuda griega (FMI, BCE, y demás países integrantes de la UE) para dejar en claro que Grecia y Bruselas –pasando por Berlín- están condenados a entenderse.
La Troika sencillamente no puede permitir que Grecia caiga y la hipotética salida de la zona euro de la economía griega, desataría una serie de repercusiones tanto políticas como económicas sin precedente dentro de la Comunidad Europea. Ese es un escenario que debe descartarse de plano puesto que el mismo Alexis Tsipras se ha manifestado en contra de abandonar la moneda única.
En el plano político surge el juego de alianzas e influencias (Rusia, Italia y Francia) que Grecia potencialmente podría llevar adelante de acuerdo a sus lineamientos estratégicos. Ha demostrado que está dispuesta a contradecir algunos de los principales ejes políticos comunitarios, más precisamente el referido a las sanciones económicas impuestas a Rusia debido al conflicto ucraniano. Es una jugada firme de Syriza pero muy cuidada, puesto que lejos está de sus intenciones confrontar con los EE.UU como bien claro lo manifestó el ministro de economía Yanis Varoufakis por medio de un artículo redactado para el  New York Times, en el cual dejaba en claro que Grecia no contemplaba en la actualidad la posibilidad de abandonar la OTAN. Sus fuerzas están concentradas en la crisis europea.
Ahora bien, si concentramos nuestro análisis en el programa de gobierno griego, podemos afirmar que gran parte de las propuestas allí plasmadas lejos están de representar un giro radical, sino que por el contrario, dejan entrever un claro esfuerzo por el cuidado de las formas en que se plantean las tan ansiadas reformas. En ninguno de sus párrafos se asoma la idea de abandonar la Unión Europea, ni siquiera la zona euro; sencillamente porque Grecia no puede permitirse el lujo de perder un cumulo de privilegios y derechos que le aseguran una inserción en el plano europeo y sin dudas, en el contexto global.
EL compromiso por la lucha contra la evasión fiscal, la restauración de convenios colectivos, la detención de despidos masivos, el restablecimiento de un fondo de pensiones paralizado y hasta la creación de un Banco público de desarrollo, son algunas de las propuestas que Syriza impulsa desde su plataforma. Todas ellas contextualizadas dentro de un “Plan nacional de reconstrucción” (con clara orientación Keynesiana) el cual se presenta como alternativa al Memorando impuesto por la Troika y aceptado por Samaras durante el gobierno anterior.
Podemos concluir entonces que Syriza es un partido político con estructura y experiencia en la arena política, tanto a nivel parlamentario como municipal. Un partido con diez años de existencia formal pero integrado por actores con una vasta trayectoria política que saben muy bien como posicionarse dentro del sistema partidario griego. Vale la pena recordar que la principal alianza trazada inmediatamente después de sucedidas las elecciones nacionales, fue con Griegos Independientes (2010), un partido creado por Panos Kammenos, disidente de la conservadora Nueva Democracia.

España

España no es Grecia. Al parecer es necesario realizar esta aclaración si observamos la intencionalidad con que algunos medios de prensa y actores políticos pretenden definir a Podemos y Syriza como dos versiones del mismo producto. Sin duda ambos partidos son la expresión del malestar general frente al estado de situación europeo, son hijos de una misma crisis, pero cada uno, responde a la particularidad de su país y de su gente.
Debemos tener en claro que ambos países difieren en cuanto a la construcción histórica de su institucionalidad, así como también poseen sociedades y sistemas políticos particulares, productos de esa construcción propia. Por tal motivo, las herramientas políticas que cada sociedad impulse poseerán indefectiblemente en sus bases programáticas y de acción, los genes singulares de una identidad nacional particular.
España es la cuarta economía del Euro y su población es cuatro veces mayor a la griega. Grecia es la decimoquinta economía de la U.E. Por ende el peso en la mesa de negociación que cada uno de estos países pueda ejercer frente a los condicionamientos europeos será claramente disímil y esto es una variable que ambas fuerzas políticas manejan de forma consciente.

¿Qué es Podemos?
Podemos es el descontento social canalizado en un proyecto concreto. Es la síntesis política de aquel movimiento (espontaneo) social que en 2011 comenzó a demandar un cambio de rumbo en cuanto al manejo de la crisis económica que desde el año 2008 azota a la U.E y especialmente a los países del sur de la misma. Una crisis que ha golpeado duramente a las clases medias, a la pequeña y mediana empresa, al trabajador autónomo, etc.
Es desde ahí que Podemos surge como la nueva herramienta con la que aquellos quienes denuncian la falta de respuestas de la izquierda tradicional frente al embate de la crisis, pretenden dar pelea a las políticas de austeridad instauradas desde la cúpula europea.
En enero de 2014 se publica el Manifiesto “Mover ficha: convertir la indignación en cambio político”, redactado por un grupo amplio de intelectuales afines al movimiento, en el cual se establecen las bases teorico-ideologicas del partido que hoy se presenta como primero en la intención de votos a nivel nacional en España.
…Resulta para muchos intolerable que en la mayor crisis del sistema desde el crack de 1929, las fuerzas que se dicen progresistas muestren su mayor debilidad, condenando a las mayorías de nuestros países a una suerte de melancolía que conduce a la resignación y a la depresión política. Pero hemos pasado por peores momentos y hemos sido capaces de sobreponernos a las dificultades. ¿Por qué debiera ser ahora diferente?” (Fragmento Manifiesto “Mover ficha”, 2014.)
Fue así que este nuevo proyecto político comenzó con buen pie obteniendo cinco escaños en las elecciones de Mayo de 2014 al parlamento europeo, hecho que afianzó las bases del partido y terminó de consolidar su postura “anti-austericidio”.
La particularidad de Podemos radica en el planteo de su discurso, rechazando la dicotomía izquierda-derecha y sustituyéndola por el concepto de democracia-dictadura. Esto en el entendido de que la democracia es el valor a reconstruir y defender, frente a la dictadura impuesta por los grandes capitales que controlan y condicionan las acciones de los gobiernos de turno, adjudicado en parte al servilismo del sistema político tradicional. Lo que pretende con este discurso es lograr unificar a los partidos tradicionales bajo un mismo término “Castas”, eliminando todo rastro de distinción entre ellos y acusándoles así (y vale decir que con cierto grado de verdad) de cometer los mismos actos reprobables, esto es; corrupción, clientelismo político, lobby empresarial, etc. Para Podemos, la pelea en cuestión es la que el pueblo español (verdaderos patriotas) debe dar  frente al sistema económico-político imperante, para recuperar la democracia que éste de hecho le ha robado a la sociedad.
Resulta necesario para poder entender el proyecto de Pablo Iglesias y su gente, realizar una breve reseña de las principales líneas que este por demás joven partido pretende impulsar.
En noviembre de 2014 se hizo público el documento que recoge una síntesis programática del partido. Dentro del mismo se trazan seis pilares fundamentales, economía, libertad, igualdad, fraternidad, soberanía y Medio ambiente.
Desde esa plataforma se intenta promover una serie de políticas orientadas a recuperar y conquistar (términos utilizados en dicho documento) los espacios de participación y decisión inherentes a la sociedad.  
En el plano económico se anuncia un programa de inversión y políticas publicas orientado a la creación de empleo de calidad y la reactivación económica mediante la reconversión del sistema productivo, terminar con la España del ladrillo y el turismo, recuperando el aparato industrial sinónimo de una economía fuerte. Una economía social que contemple a pequeños y medianos productores como motor sustancial de la ecuación económica y dentro de la cual, el Estado sea una parte activa, tanto en materia de legislación (regulando de manera más estricta sectores como las telecomunicaciones y el transporte público hoy privatizados), así  como en participación directa (devolución de los principales sectores como el energético  al control público).
Otro punto fuerte de ese pilar es la intención de auditar la deuda pública y privada con el fin de evaluar que partes de la misma se pueden considerar ilegitimas y por ende nulas de obligación. Acompañado esto con la derogación del polémico artículo 135 de la Constitución española reformado en el año 2011 durante el gobierno del PSOE y con el apoyo del PP, el cual determina la prioridad absoluta del pago de la deuda publica dentro de los presupuestos generales.
En ese sentido el programa manifiesta el propósito de darle una connotación más cercana a lo social al BCE, otorgándole una clara misión democratizante para el desarrollo económico de los países, mediante la creación de mecanismos de control democrático y parlamentario sobre el mismo.
De igual modo se expresa un compromiso por la lucha contra el fraude fiscal el cual se ubica diez puntos por encima del promedio europeo, y la rebaja del IVA para los productos básicos, en conjunto con una reforma progresiva del IRPF entre otras propuestas.
En el plano  social el documento establece planteos que apuntan a reforzar las libertades individuales así como asegurar la igualdad en materia de derechos civiles y políticos de todos los ciudadanos. El cese inmediato de los desahucios en toda España, garantizar el acceso a los servicios públicos esenciales como la salud (derogando privatizaciones si resultase necesario), así como el fin de las políticas antiterroristas y de seguridad ciudadana que a su entender vulneran la libertad de expresión, de asociación, manifestación y protesta.
 Este ámbito comprende un amplio espectro de acción que promueve desde la eliminación de los privilegios fiscales de la Iglesia católica,  pasando por la implementación de políticas orientadas a la lucha contra la discriminación de todo tipo, hasta un plan para la democratización de la gestión, ejecución y evaluación de la inversión pública a través de presupuestos participativos.
En materia de relaciones internacionales el programa realiza un planteo con una perspectiva netamente desde la Unión Europea (descartando implícitamente todo planteo anti-unión). “La participación ciudadana como elemento central de la construcción europea” aparece como eje transversal en el campo internacional. En ese sentido pretende instaurar el referéndum popular como herramienta básica de la ciudadanía para ejercer su contralor en el desarrollo de las políticas impulsadas por la Comunidad desde sus órganos. Esto dentro de todos los campos de acción, económico, social y político.
El incremento del presupuesto destinado al gasto social, una política de reconocimiento del derecho de los y las emigrantes (prohibición de los CIES, anulación de los programas contra la inmigración FRONTEX y EUROSUR); así como el fin de la denominada “Directiva de la Vergüenza” (directiva de la UE, 2008 sobre el retorno de inmigrantes ilegales), son otros pilares básicos de la política internacional del partido.
Potenciar la integración de los países del sur mediante mecanismos de cooperación que le otorguen peso dentro de la Unión, el Mediterráneo jugando un papel determinante en el proceso europeo. Reorientación de la política internacional de la Unión Europea bajo una perspectiva integradora y de cooperación, para ello se propone un acercamiento a Latinoamérica, región clave según su entender para un desarrollo armónico y soberano.
Reconocimiento del Estado Palestino y exigencia de la devolución de los territorios ocupados por Israel. Reducción del presupuesto militar, desmantelamiento de las bases militares en terceros países, además de la puesta en marcha de un referéndum vinculante sobre la salida de España de la OTAN.
En materia de tratados propone la derogación del Tratado de Lisboa 2007 por entender que el mismo representa los intereses de una “Europa neoliberal y antidemocrática”.
Una revisión al proceso de negociación del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea, a su vez que se impulsen los espacios para la revisión de los Tratados de Libre Comercio con América Latina.
Como último punto sustancial en materia comunitaria se propone el fin de los Memorándums de Entendimiento como mecanismo de pacto en materia macro económica. “Las grandes decisiones macroeconómicas han de ser precedidas de un debate público real y referéndums vinculantes”.
El mensaje que claramente se intenta transmitir mediante este proyecto programático es la toma de iniciativa popular, un intento por movilizar y transformar el descontento general de quienes se sienten vulnerados en sus derechos por causa de una crisis que les resulta imposible de sobrellevar, la cual es adjudicada al mal desempeño del sistema político “tradicional”.
La consigna que entonces surge de ese análisis sería “recuperar la soberanía que nuestros dirigentes políticos incapaces han cedido a Bruselas”. Y es aquí donde el planteo de Podemos se vuelve radical, no en su proyecto político el cual si bien posee algunas propuestas que pueden etiquetarse como de extrema izquierda (“derogación de todas las leyes, directivas, órdenes y decretos que hayan supuesto la privatización directa o indirecta de los servicios públicos esenciales”, secc. 3.1 del programa), mantiene en términos generales una clara línea progresista con fuertes rasgos de socialdemocracia.
Es en su discurso donde lo radical se hace presente, su posicionamiento frente a los partidos históricos está cargado de una fuerte connotación despectiva, denunciando su falta de respuesta, los hechos de corrupción, el clientelismo, las relaciones “incestuosas” entre partidos y empresas, las denominadas “puertas giratorias”, desdibujando los límites ideológicos de cada uno (PSOE Y PP) y responsabilizándolos por igual junto con el “Partido de Wall Street” (FMI, BCE, Comisión Europea) por la situación actual, “la dictadura de los poderosos” según sus propias palabras.


EL debate

Desde este breve análisis de situación, pretendemos fomentar e incentivar la discusión sobre la estrategia que el socialismo a través de nuestros hermanos europeos debe adoptar para lograr revertir el actual escenario.
Sumergida en una realidad por demás complejizada debido a la multiplicidad de factores que la determinan y con sociedades signadas por las desigualdades, Europa atraviesa hoy un proceso de reformulación en cuanto a la distribución del poder. Caída y ascenso de nuevos y viejos actores nacionales e internacionales.
Sin duda se necesita para ello asimilar y comprender de la mejor forma posible lo que estos nuevos actores políticos representan. No podemos perder de vista el elemento base que los impulsa y que no es otra cosa que el rechazo hacia las estructuras económicas vigentes y los modelos políticos inoperantes.
Dentro de todo esto algo es seguro y es que en un contexto como el europeo actual, ninguna fuerza política puede per se, disponer del peso necesario como para poder prescindir del diálogo político.

Mientras tanto; los tiempos corren y las propuestas se hacen urgentes para el pueblo europeo.

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